sábado, 18 de agosto de 2018

ASESORA SERIAL / Claudia Goy

Para algunos es casi un lugar común, pero no todo el mundo está siguiendo El cuento de la criada (The handmaid’s tale). Entre amigas es la charla obligada y oscura de los jueves (Cuevana la sube los miércoles). Hay que animarse, eso sí: cada capítulo resulta en una perturbación emocional. Porque hay que atreverse a leer las señales que ofrece nuestro propio presente en ese futuro inmediato que explota (no digamos sin aviso, entonces) mientras la gente trabaja, va al cine, trata de llegar a fin de mes. De golpe todo está roto, es otra cosa, deja de ser argumento de película y empieza a suceder de verdad. Flashback va, flashback viene, la angustia aumenta porque ese pasado reciente se asemeja a nuestro ahora y nos da por presentir que el proceso ya está iniciado hace mucho. Me cago en las distopías que nos muerden los talones de tan cercanas y posibles en un mundo que parece virar a la derecha para quedarse ahí, por lo menos por un tiempo. 

La historia comienza cuando la pesadilla ya está instalada, obligándonos a nosotros, todavía espectadores de la ficción, a preguntarnos cómo llegamos (o cuánto falta, o qué hacemos). 

Y sin ningún ánimo de espoilear, esperanza es sustantivo femenino.

No hay comentarios: