lunes, 28 de septiembre de 2020

8 A: Hicimos historia. Cobertura desde el Congreso. Mercedes Alegre

Foto: Mercedes Alegre

El conteo preliminar es desfavorable. Y sin embargo, ahí estamos, apunto de subirnos a un colectivo para hacer más de 900 kilómetros, pertrechadas como si nos fuéramos de campamento: frazadas para pasar la madrugada de invierno, botellas de agua, galletitas y golosinas, y por supuesto los pañuelos verdes atados en los bolsos, en las muñecas, al cuello. El color multiplicado como consigna de lucha y sororidad.

Días antes del 8 de agosto, se llevó adelante la Operación Araña, como intervención artística de los subtes de Buenos Aires. Y cuando el micro se hunde en la noche, imagino esa red subiendo a la superficie y como las decenas de vehículos que simultáneamente cruzan el país con un mismo destino van dejando estelas verdes, hilos invisibles que trazan un mapa rutero con el Congreso como punto neurálgico.

Es el desenlace de una larga historia que lentamente pero sin pausa se viene construyendo desde hace treinta años. En 1988, feministas de Buenos Aires conformaron la Comisión por el Derecho al Aborto, que acuñó la consigna “anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.


La campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, seguro y Gratuito es la expresión de una diversa alianza nacional que recupera parte de esa historia. Su gesta se da en el XVIII Encuentro Nacional de Mujeres realizado en Rosario en 2003 y en el XIX ENM desarrollado en Mendoza en 2004, y es lanzada oficialmente el año siguiente bajo la consigna educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.


Los cálculos extra oficiales que permite la clandestinidad afirman que en Argentina alrededor de 500 mil mujeres recurren cada año a esta práctica. Y según cifras oficiales las complicaciones por abortos inseguros son la principal causa evitable de mortalidad materna en el país.


“Despenalizar y legalizar el aborto es admitir que no hay una única manera válida de enfrentar el dilema ético que supone un embarazo no deseado; reconocer la dignidad, la plena autoridad, la capacidad y el derecho de las mujeres para resolver estos dilemas y dirigir sus vidas; y aceptar que el derecho a decidir sobre el propio cuerpo es un derecho personalísimo ya que éste es el primer territorio de ciudadanía de todo ser humano” sostienen desde la Campaña.


El proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) fue elaborado colectivamente en 2006, en una plenaria nacional realizada en Rosario. Y el 5 de marzo de 2018 se presentó por sétima vez consecutiva en la Cámara de diputados de la Nación, que el 13 de junio votó a su favor.


Para el mediodía del miércoles, un hormiguero ha tomado la zona del Congreso. Así como se usa el cálculo de personas por metro cuadrado para dilucidar cantidad de asistentes, podría utilizarse un cómputo temporal, y por ejemplo contar los minutos que tardamos en cruzar de una vereda a la otra, en recorrer una cuadra.


Son apenas pasadas las doce y la marea verde copa, desborda y arrastra, literalmente. Callao, Rivadavia, Avenida de Mayo se han transformado en una sucesión de carpas, puestos, mantas, multitud. Organizaciones sociales y de la economía popular, centros de estudiantes, sindicatos, partidos políticos, multitud, vendedores ambulantes de pañuelos, repartidores de volantes, periódicos, folletos, multitud, adolescentes disfrazades, murgas, artistas callejeros, multitud. Y mucho mucho verde, por todos lados.


La plaza del Congreso tapiada actúa de representación simbólica de la grieta. Sobre el vallado que da a la avenida Rivadavia las Socorristas han montado una intervención artística para contar el aborto en primera persona.


De su lado, la Campaña ha montado tres escenarios y cuatro carpas en los que se sucederán espectáculos, charlas y actividades culturales, más pantallas para seguir el debate que se desarrolla en el interior del reciento legislativo, y postas de salud y seguridad. Del otro lado abundan los símbolos religiosos, las banderas argentinas, los pañuelos celestes van al cuello y en las muñecas, junto con los rosarios, se escuchan sermones y arengas que invocan a Dios, rezos y distintas réplicas del bebito son paseadas en andas.


Alrededor de las cinco de la tarde se larga la lluvia que estaba anunciada en el pronóstico. Bajo el agua sigue siendo dificultoso moverse y avanzar. En un momento pienso que el 8 de agosto deberá declarse el Día Nacional del Perdón, escucho más esa palabra por metro cuadrado que en toda mi vida, y me ilusiono ingenuamente pensando en que esa consideración y cuidado por le otro es parte del mundo nuevo que estamos empujando desde el feminismo. Nos amuchamos, nos acompañamos, la tan mentada sororidad hecha carne.


En el escenario Dora Coledesky, ubicado en el cruce de Avenida de Mayo y la 9 de Julio, Susy Shock actúa con su bandada de colibríes, y habla de otra amorosidad política posible.


Y ahí estamos, empapades después de horas de lluvia inalterable, poniendo el cuerpo. Se estima que un millón y medio de personas está congregada en la zona.


Desde la Campaña recalcan: estamos haciendo historia. Y aunque esto parezca un Boca-River, positivo o negativo, una dicotomía más a la Argentina, sabemos que es verdad y que representa un punto de inflexión irrepetible.


El  trabajo de tantos años logró colocar finalmente el aborto en la agenda pública. Se lo nombra se le dio entidad, dejó de ser un secreto a voces para entrar en la cotidianeidad, y el debate – a favor y en contra – movió estructuras, obligó a decir y a escuchar, e impuso una consigna poderosa plena de autonomía: la maternidad será deseada o no será.


Para las diez de la noche las organizaciones empiezan a levantar sus carpas. El clima ha hecho estragos entre los vendedores ambulantes. Comienza a gestarse un clima de fin de fiesta.


A la media noche, Callao sigue densamente ocupada. Los militantes de partidos políticos y centros de estudiantes hacen rondas, tocan bombos, cantan. Pero las calles paralelas irán quedando vacías. Grupos de chiques cargados con bolsos y mochilas se refugian en las entradas de los edificios y los garajes. Los edificios antiguos, la ausencia de tránsito, la llovizna, la poca luz, entregan una versión apocalíptica de Buenos Aires. El viento sur sopla envalentonado.


Nos dirigimos al escenario Dora Coledesky, donde se concentran las últimas actividades ya entrando el jueves. El pogo verde más grande del mundo, como se lo ha denominado durante la tarde, se ha reducido pero el número de presentes sigue impactando. Las Taradas rocan la última parte de su set, y la gente canta y baila entusiasmada. La marea se ha reunido para esperar el desenlace.


Los últimos discursos del debate legislativo son seguidos en pantalla gigante. Hay aplausos, vítores y abucheos e improperios según corresponda. Se le grita a la pantalla, hay descarga masiva, puteadas. Toma la palabra Adolfo Rodriguez Saá y el cántico es unánime: ¡macho fuera! La arenga baja del escenario y se replica en el público.


Se cierra la sesión, Cristina Fernandez- como estaba previsto- va a votar a favor con casi la totalidad de su bloque, pero lo dice: el proyecto se va a rechazar. A esta altura de la jornada ya se sabía, y sin embargo... Lo repite, no va a salir. Y parece que la noche tuviera una bisagra. Lo sostiene una tercera vez: pronóstico se vuelve certeza, el poroteo se confirma, y la esperanza- mezcla de magia e ingenuidad- se moja con la lluvia que no cesa.

Vamos avanzando por la 9 de Julio en dirección a Corrientes, que es el punto de encuentro para nos busquen los colectivos para el regreso dentro de un par de horas. Varios contingentes estamos en la misma situación, al avenida más grande del mundo albergará la marea verde la desconcentración.


La votación la termino mirando por Youtube mientras caminamos, gracias al canal oficial de Honorable Senado de la Nación: negativos, 38 votos; afirmativos, 31 votos. A lo lejos, por mi suerte de manera inaudible para mi habrán disparado fuegos artificiales.


Ha parado de llover. Hicimos historia, en algún momento será ley.

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