Revista Waykhuli -El recurso de las
traducciones ¿apunta a un "extrañamiento" respecto de la poesía que
construiste hasta ahora (Los perros y las
cosas y Elefantes y perros)?
Lucas Brito Sánchez -Fue surgiendo sobre la
marcha. Primero aparecieron las sinopsis de las películas, que eran viejos
proyectos archivados en un pen drive. Después aparecieron los poemas sobre
cine, una temática que vengo abordando hace bastante. De hecho, La fundación de Japón transcurre en un
set de filmación de una isla que no existe. Y así cobraron vida estos hermanos
cineastas, a la par de las tramas. Recién ahí me di cuenta de que tenía una
historia distinta que, como decís, marca una distancia con mis anteriores
libros.
Nunca participé en un rodaje. Mi trabajo oficial se limita a escribir
gacetillas de prensa en la Dirección de Cine. Entrar y salir de Cannes no es un libro de periodismo y, por lo tanto,
no le exijo rigor. Simplemente me pareció más interesante una vida contada
desde la óptica de uno de los protagonistas.
RW -¿Los heterónimos son la manera más barata de viajar a Norteamérica?
LBS -Ojalá fuera así. No creo que leer sea como viajar. Las veces que
viajé, experimenté algo físico, con todo el cuerpo y no solo con una parte. Sin
ofender a nadie: si creen que leyendo “viajan”, creo se están perdiendo de otra
cosa. No soy nadie para decirles cómo tienen que leer. Por mi parte, si me dan
a elegir, viajaría. Las aventuras de los libros son eso, aventuras de libros.
Además, es muy difícil recrear ciudades y lugares con descripciones. No
requiere solo talento del narrador sino una apertura, una disposición de la
imaginación para acompañarlo. Siempre me costó seguir el tranco a narraciones
de ciudades que nunca visité. Creo que por eso en mis textos los lugares son
no-lugares, geografías imprecisas, desastrosas a veces.
Viajar implica dinero, algo que siempre fue un problema en la vida de estos
hermanos. En sus vidas hay una relación extraña con los intercambios.
RW -Alguna vez, entre gacetilla y gacetilla, confesaste que tu libro
favorito de Gelman era Poemas de Sidney
West. Estas traducciones de Wallace Smith ¿pueden interpretarse como un
guiño a aquel libro (en clave de homenaje o de parodia)?
LBS -Mientras escribía no tuve en cuenta ese poemario de Gelman, que me
sigue pareciendo excelente, es el que más me gusta de él. De hecho, hace mucho
que no releo nada suyo, pero inconscientemente puedo decir que sí es un
homenaje. Ya sabemos que las lecturas se guardan en algún sitio para luego
emerger de forma inesperada. No lo había pensado hasta que me lo recodaste. Por
otra parte, Gelman es demasiado imitable. Uno lo lee y se pone a gelmanear. Cuando
me siento a escribir trato de leer cosas opuestas para mantener una distancia con
lo que quiero lograr. Si es narrativa lo que estoy escribiendo, trato de leer
más poesía o textos científicos; si es poesía, leo narrativa y así.
Lo de inventar biografías viene más por el lado de Marcel Schwob con ese
precioso librito que es Vidas imaginarias.
Y por supuesto, Roberto Bolaño con La
literatura nazi en América; a él le debo más que a otros en estos momentos.
RW -Cuando leímos tus anteriores poemarios sentimos que era una poética situada, hecha de detalles
mínimos que referían a la ciudad, los rostros y los días; las calles, los
bares... paisajes compartidos. ¿Pasa esto con la de Smith? ¿Hay algo más de su paisaje
o biografía que nos puedas contar?
LBS- Wallace es el narrador principal. Mi participación e implicación
directa en el libro está en las críticas de cine que funcionan como sinopsis de
sus películas: muchas tienen opiniones y subjetividades desde lo visual y
narrativo. Los poemas funcionan como biografía de ambos. Es también, si se
quiere, un diario de rodaje. O unos cuadernos completos, ya que abarcan
distintos años, lugares y momentos.
El proyecto fílmico de los hermanos Smith fue desmesurado. Participar de
una instancia como la de Cannes es, claro está, una burla a su propio trabajo.
Aunque la calidad de sus películas es dudosa, sus apuestas estéticas son
superiores a muchas que se producen en cantidades industriales. La vida de
ambos funciona como metáfora de la innovación y el riesgo de fracaso que
implica ser obstinados en un mundo de falsos paradigmas dominantes.
DOS POEMAS DE MUESTRA
7
Amo todo lo que sea chupable
sin obligaciones, decía
mi hermano Enrol
sea
whisky
té rojo
tetas con Sprite
helado en cuchara
mermeladas con el dedo
cuellos, vientres o pantorrillas.
Cada vez que me pongo a chupar
resuenan los lamentos
de cineastas condenados
a este oficio
mal pago.
71
la vida en el rodaje
la prisa por nada
¿habrá algo más peligroso
más nuclear
que ese empujón a decir y hacer
sin realmente hacer y decir?
acabar con los vicios puros.
traficar,
mentir con placer.
el mal no desaparece
uno sólamente cambia de opinión.
***
Lucas Brito Sánchez nació en Resistencia, Chaco, en 1980. Es periodista y escritor. Entre 2003 y 2006 publicó tres libros de poesía en ediciones de autor. Sus últimos libros fueron la novela corta La fundación de Japón (Colección Mulita, 2013) y los poemas y collages de Elefantes y Perros (Nulú Bonsai, Buenos Aires, 2015). También participó en varias antologías poéticas. Su trabajo como cronista está incluido en las antologías Como Seelstrang y Bitácora, cuaderno de espíritu nómade (ambos coeditados por el Centro Cultural Alternativo y Editorial Contexto). Junto a Matías Rivarola escribió dos novelas cortas aún inéditas. Además colaboró con artículos y columnas de opinión en diarios locales y en revistas digitales. Actualmente trabaja como periodista en el Departamento de Cine del Instituto de Cultura del Chaco.
2 comentarios:
Cuánta razón en eso de la envidia. La certeza con que mira el mundo don Lucas BS Ees de esas que te dan ganas de abrazarlo y ponerle una gotita de cianuro en el wisky
Ay Fede, me hacés sonrojar!! Llevá el whisky, que llevo un botellón de cianuro all inclusive.
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